viernes, 28 de diciembre de 2012

Vicuña...cuna de Gabriela Mistral

"...he andado mucha tierra y estimado como pocos los pueblos extraños.
Pero escribiendo o viviendo, las imágenes nuevas me nacen siempre sobre
el subsuelo de la infancia; la comparación, sin la cual no hay pensamiento,
sigue usando sonidos, visiones y hasta olores de infancia y soy, rematadamente,
una criatura regional, y creo que todos son lo mismo que yo..."

"no hay destierro en el continente"

Escuchando valses en....Coquimbo

Al llegar a Coquimbo escucho, a lo lejos, valses criollos. Imágenes remotas me recuerdan tanto al Perú como a la tierra aquella de mi niñez. Luego reconozco la voz, es Lucho Barrios, cantando sus boleros cantineros que sólo había escuchado en radio "La insoportable" e "infelicidad". Es grato ver que algo tan sublime y simple como la música puede unir dos pueblos divididos por rivalidades originadas por guerras de la derecha.

El puerto de Coquimbo se ve tan calmado y lleno de gaviotas, pelícanos y demás aves. Puedo ver también intensa actividad pesquera con harto barco, incluso diviso varios cruceros. Hay, no sé como, una extraña sensación de casa aquí, quizá sea el olor a mar, la música cantinera del Lucho, los platos marinos o aquellos lobos marinos que nadan en aguas chilenas.

Estoy tan lejos de lo que conocí y considero mi hogar, mas me siento bien, como en casa. Quizá las personas nos adaptamos donde mejor nos sentimos. Veo dos lobos marinos jugando en el mar; ¿serán acaso los mismos que vi hace un mes en Pucusana? ¿o aquéllos que fotografié en Valparaíso hace un año? ¿o aquéllos de mi niñez ariqueña? ¿Seré acaso yo, quien escribe bajo el sol coquimbano, el mismo que lleva una burguesa vida limeña?

Pregúntome esto y veo un lobo marino con el lomo herido y cortado. Lo que me queda claro es que los hombres somos quienes destruimos y hacemos daño a la naturaleza, estemos donde estemos...y me doy cuenta que soy humano...y que lucho contra mi pseudonaturaleza.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Ruta Serena

Luego de un buen tiempo vuelvo a probar una Frac bisabor (el típico de frutilla y chocolate), sin embargo, sigo aún con ganas de mi empanada de pino. Viajando por la Avda Velázquez cruzo el río Mapocho y veo lo grande que es Santiago...pienso, algo característico de Chile son sus interminables avenidas.

Acabo de pasar por la casa central de los sellos Trodat enclavada en un cerro, y también por la de Cerveza Cristal, la verde no la que tiene una esfinge. Vaya que hay harta industria en Santiago, buen indicador para el desarrollo de una ciudad.

Voy en un bus que va hasta Arica y pienso en mi ciudad, en su sino; ¿acaso no se vive mejor bajo la estrella? Cada vez entiendo más a mis coterráneos y me identifico más como tal, mas la siento cada vez más lejana. Junto a mí escribe una chica, pienso en su contenido. ¿sobre qué escribirá? ¿en qué pensará? ¿acaso no era yo el único que cargaba su block?

De pronto descubro que es ariqueña,mi mente cavila. Sólo un pueblo tan marcado como el nuestro puede despertar la pluma en sus hijos. De repente ya no me siento tan solo ni incomprendido, a pesar de sólo haber intercambiado un par de sonrisas. Pienso en la paradoja, una vida con destino al sur y la otra ruta norte.

No sé como, pero me siento feliz.