12 de diciembre, 2015: ya son casi dos años que no compartimos tantos momentos como antes, ya no es llegar a la casa y que salgan corriendo a recibirme, bueno Fifi, tú corrías como loca a saludarme mientras Toffy, tú te desperezabas y estirabas para llegar a que te cargue. Quizá los engreí mucho pero espero haberles retribuido las alegrías y el amor puro que me brindaron tantos años en casa y que, pese a tu vejez, sigues acompañando a tus papás.
Toffy y Fifi, mis hijos |
Ahora Toffy, ya con 16 años encima, imagino que te cuesta un mundo estar en casa sin correr al parque como antes; has de disfrutar tus siestas eternas que te revitalizan. No te he visto en mucho tiempo y ojalá me puedas esperar un poco más para vernos y compartir, espero no, los últimos momentos que podamos disfrutar juntos. Aún recuerdo cuando te tuve en mis brazos, ciego y pelón en Cajamarca aquel año 2000...hacerte tomar leche de la mamadera, cuando dormías en mi cama y era puro pesadillas pues te habían destetado pronto, cuando aprendiste a caminar y te caías y llorabas, siempre fuiste tan llorón y sensible. Jóvenes aún, nos íbamos de viaje en cualquier lado, nosotros dos y la mochila de provisiones; visita a la familia siempre contigo, siempre tú paseándote en el auto o caminando kilómetros junto a mi. Te encargo a tus papás, cuídalos como tú sólo sabes y sigue dándole alegría a la casa que nos vio crecer, reir, llorar y aprender mucho. Tenme paciencia que ya llego :)
Fifi, te nos fuiste tan rápido como llegaste. 2009 e irrumpiste en nuestras vidas y en nuestra casa, la hiciste tuya. Llegaste a cambiarme la vida, a dejar de tenerle pánico y asco a las cirugías, a valorar que la vida de un ser indefenso está sobre uno, a correr a medianoche con tus problemas de salud...pero siempre fuiste más que ellos, nunca vi que te aqueje el dolor y nunca te quejaste, siempre confiaste en que velaríamos por tu salud y creo fue nuestro compromiso contigo hasta que dijiste quiero descansar. Sólo me queda agradecerte por todas las alegrías y mordidas que nos diste, las tantas risas y sonrisas que nos robaste, tus ladridos todas las mañanas y cuando uno llegaba, tu tan amargada cuando alguien quería quitarte tu comida, o cuando te la servíamos también. Fuiste la reina de la casa y nos dejas con un gran vacío y dolor...¡gracias por escogernos para compartir tu vida!
Duele el estar lejos de los seres queridos y, estos hijos de 4 patas, son mucho más que nuestra familia. No nos une sangre quizá, pero tenemos vínculos demasiado fuertes al compartir nuestras vidas día a día. Mis hijos peludos, les pido me sepan perdonar por no acompañarles en esta etapa de sus vidas. Me tocó crecer lejos de ustedes y yo creo me entienden. Fifi, cuí
dame desde donde estés y vela siempre por mí; Toffy, ¡cuida siempre de tus papás y ojalá nos veamos en enero!
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