Me tomo el trabajo de escribir estas líneas desde mi clase de Historia de la Salud Pública, impactado por las expresiones de un compañero médico del hospital naval que piensa que la medicina es un medio de ascensión en la pirámide social y que, sólo por el hecho de ser médico le distingue del ser humano común y corriente. Me arriesgo a afirmar que este médico general es sanmarquino.
Estando en un auditorio rodeado de médicos, enfermeras y obstetrices la pregunta que titula este artículo saltó al frente, literalmente como: ¿de qué nos sirve saber historia? Alguno se aventuró a decir que si no conocemos el pasado, estamos condenados a repetir los mismos errores, otro acotó que un pueblo que no conoce su historia está condenado a desaparecer, entre otras frases zalameras que agradarían a un profesor de historia.
Ni bien empezó la primera clase, asombraba que la mayoría de los participantes médicos no conociesen como comenzó en el Perú la atención primaria en Salud (APS), llámese a esto a los puestos y centros de salud en las perfierias, y las campañas verticales, como la más reciente contra la influenza AH1N1. Si los profesionales de salud, que están involucrados directamente en estas prácticas sanitarias, no conocen el origen, intencionalidad ni las características de los programas en que trabajan; cómo esperamos que trabajen y nos brinden una atención de calidad.
Gracias a la historia podemos conocer los acontecimientos que han ocurrido en nuestra localidad, región o país. Por ejemplo, en los orígenes de la salud pública la mejor opción para erradicar la fiebre amarilla era incinerar todo el puerto de Paita; del mismo modo, tratando de erradicar la tifus en Puno se sometía a los aymaras a campañas de rasurado capilar masivo. ¿Se imaginaría alguien que se esterilice quirúrgicamente a las pacientes VIH para que no nazcan niños con este mal?
Sin retroceder a los albores de la salud pública peruana vale recordar las campañas de esterilización forzada realizada por el gobierno de Fujimori en los 90, hecho que se destapa una vez que cae el régimen fujimontesinista. Si la sociedad peruana hubiera conocido acerca de las intervenciones sanitarias que han sufrido sus habitantes, ¿habrían permitido este atropello a los derechos fundamentales de estas mujeres?
La historia puede que no sea la panacea que solucione nuestros problemas que atravesamos como sociedad, pero de alguna forma contribuiría a orientarnos y encaminarnos hacia lograr metas y acciones comunes que nos permitan conocernos mejor para mejorar como ciudadanos peruanos y del mundo.