Colas en el Callao

Hoy día del trabajo, mismo Niño Goyito, me fui al Callao. Resulta que había una exhibición de veleros llegados del extranjero cuya visita era abierta al público, es decir gratis, a la que fui invitado. Luego de una travesía de 2 horas en 3 buses llegamos a la Base Naval del Callao; siendo la respuesta: El ingreso es en la puerta 1, por el Obelisco. ¿Dónde quedará el obelisco? ¿qué es un obelisco? ¿valdrá la pena la travesía?....

Lo agradable de esta parte del trip es que al cruzar el Río Rímac por una calle sin nombre pude divisar la desembocadura de este río en el Océano Pacífico...algo casi paradisíaco, que no cabe en la imaginación de un mortal limeño creo, una mezcla de aguas saladas y dulces rodeadas por árboles y extraña o mutante vegetación.

Al enrutarnos a la puerta 1 del obelisco, llegamos a una zona llena de casas de madera y gente de dudosos estilos de vida, y al caminar con destino a la Base Naval divisamos una cola de aprox. 20 cuadras (es un cálculo, pues nunca supe donde empezaba la cola). Era más que una odisea poder ingresar a los veleros.

Resignados, enrumbamos al Real Felipe, donde nuevamente nos esperaba otra cola. El ingreso es cada 80 personas, durante 45 minutos; es decir, si uno es el número 81 de la cola debe esperar hora y media bajo este inclemente sol de otoño. No es algo recomendable.

Con la brillante idea de acercarnos a los veleros vía mar, fuimos a alquilar un bote...nuevamente cola de 3 cuadras para poder abordar alguno de estos barquitos graciosos que más parecían unos cajones flotantes. ¡Nuevamente otro fracaso!

Me he sentido maltratado en esta aventura al puerto vecino, pudieron haberse organizado mejor para la cantidad de visitantes que recibieron y no tener el triste espectáculo de ver gente corriendo de la plaza a los barcos, de los barcos al submarino Abtao, del Abtao al Real Felipe, del Real Felipe a la Base Naval y más.

P.D. Tomé una foto del río Rímac uniéndose con el mar...pero al estar el bus en movimiento no salió buena. Es mi foto en el Real Felipe...prometo volver, ¡pero no quiero hacer cola!