Primer día del destierro huachano que tengo programado turno en Monta y Gestación, área de la granja porcina en la cual se inseminan a las marranas y éstas gestan unos 115 días antes de parir a sus lechoncitos.
Hoy fui con cierta curiosidad a Monta, para aprender un poco más acerca de mi profesión; debo reconocer que la parte reproductiva siempre me ha interesado. Sería pecar de hipócrita decir que no sé que se somete a las cerdas a inseminación artificial (IA), mas esta rutina es todo un proceso que a mí me ha dejado realmente sorprendido.
Las marranas viven confinadas en unas jaulas donde comen, duermen, defecan y realizan todo su quehacer diario. Es aquí donde el personal las insemina, para lo que primero debe traerse al verraco, cerdo macho no castrado, y se le pasea por en medio de las jaulas con marranas. Éstas se vuelven realmente locas y su grado de excitación llega al punto que se pueden oir gritos ensordecedores que asemejan a los de un elefante corriendo por la sabana africana. Gracias a los gestos de la marrana, se puede identificar cuales están en celo para servirlas.
Esto sí lo había visto alguna vez en clase, pero hoy el jefe del área de producción me hizo montar a la marrana para que ella pueda sentir peso en su lomo y que el semen llegue a la cérvix, de paso que el ritual adquiere mayor realismo. Demás está decir que no peso ni 1/4 de lo que pesa el verraco ni que tenemos muchos vínculos en común. Según las técnicas de IA, esta rutina es necesaria para asegurar una buena fecundidad de la especie...mi duda va en si es realmente necesario someter a estos animales a tal stress que no saben ni donde meterse ni como salir para buscar al macho. Peor aún, el verraco se pasea enjaulado entre tanta hembra que se sentirá peor que castrado.
Ilustro el tema con una foto de Monta sin dejar de imaginarme en que pensarán las marranas en todo este trance...¿se quedarán con las ganas? ¿estarán satisfechas? :D
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